En los últimos tres años, he visto con angustia cómo el embarazo adolescente va incrementando, y lo sorprendente es que más del 50% de las madres adolescentes que podemos ayudar tienen tres características repetitivas:
• Conocen y son expertas en el uso de anticonceptivos.
• A ninguna le preocupa haber contraído una enfermedad sexual; solo le asusta que está embarazada.
• A todas les cuesta asumir que están embarazadas porque tuvieron relaciones sexuales; siempre buscan causas y razones o culpables externos.
Esto me ha llevado a que cuando doy charlas a los jóvenes, les pregunto las razones por las que se quedan embarazadas las adolescentes y, sorprendentemente y casi a coro, responden que es debido a la falta del anticonceptivo, que estaban mal informados o que ¡se olvidaron de usar preservativos!
Por favor, queridos padres de familia, ¡¡cuándo dejamos de decirles a nuestros hijos que la única manera de que una mujer se quede embarazada es porque tuvo una relación sexual con un hombre, y que eso les hace automáticamente a los dos PADRES de un hijo Y PARA TODA LA VIDA!!
Dejemos de hablarles de anticonceptivos y digamos la verdad: los hijos vienen al mundo cuando un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales. Esa es una responsabilidad que se asume para toda la vida y la responsabilidad siempre será del ser humano, no del anticonceptivo, y que además su uso los convierte en fáciles víctimas de las más de 40 infecciones de transmisión sexual que hoy están enfermando y matando a nuestros jóvenes.
Creo que es momento de volver a formar en pureza y castidad a nuestros hijos. ¡Cómo es posible que a su móvil le pongan claves y entreguen su cuerpo al primer desconocido que se cruza en una discoteca con dos cervezas encima, o que cubran su móvil para que no se rompa y su cuerpo lo desnuden al primer beso apasionado! Empecemos poniendo clave a nuestro cuerpo y a nuestro corazón, valoremos más nuestra vida que lo que valoramos nuestras cosas.
Creo que es momento de asumir el reto de educar a nuestros hijos en principios y valores, con la verdad, sin miedos y sin tabúes, pero sin hacerle el juego a las empresas y ONGs abortistas y pro anticoncepción, que solo se lucran con la vida de nuestros hijos.