Yo no digo que todas esas cosas influyan en su comportamiento, pero hemos de ser realistas y aprender a distinguir entre los que son condicionamientos externos del niño (el colegio, el mal sueño, por ejemplo), lo que es parte de su temperamento y su inteligencia (si es impulsivo, listo, tranquilote…) y lo que es mala conducta. Sí, suena fatal, pero hay que llamarlo así: MALA CONDUCTA.
Porque mi hijo puede ser muy listo o dormir muy mal o tener muchos celos de su hermano pequeño, pero eso no es causa de que se permita hablar mal a un adulto o “caprichear” en casa lo que quiera o desobedecer a la profesora en clase. El motivo de todo eso es que no tiene claros sus límites y se permite cualquier conducta. O los tiene muy claros, pero se le deja transgredirlos sin consecuencias para él, con lo que al final hace lo que le apetece.
Así que evitemos excusarlos e intentemos poner remedio. Recuerdo una vez a una amiga que me decía: “pobrecito, déjalo, sólo es un niño”… si, por supuesto, pero era un niño caprichoso a más no poder y sólo comía helados, pizza y piñones. También es muy típico el comentario de las madres: “mi hija es tan lista que me da cada respuesta….” Y lo que pasa es que la niña se permite hablar mal a su madre, no importa lo inteligente que sea.
El remedio es reconocer esa conducta como algo negativo que hay que corregir. Y ponerse manos a la obra. Sin perder la calma explicarles que así no se actúa, las consecuencias que tiene para él si sigue así (es decir, la sanción que se le impondrá – por no llamarlo castigo, que ahora no está nada de moda-) y, una vez se han aclarado las normas, ser muy firmes en su cumplimiento. Al principio se revolucionará porque no querrá aceptar ese cambio ni esas normas, pero en un tiempo prudente esa conducta estará reconducida y habremos ganado la batalla.
Así que no le excuses más. Compréndelo en sus circunstancias personales, eso sí, pero ayúdale a crecer corrigiendo su mala conducta y exigiendo de él un poquito más. Y verás lo que mejora.