En el crecimiento en la fe de un matrimonio cristiano, el Señor va dando muchas gracias y también nos va pidiendo otras cosas. Uno de los pilares fundamentales que el Señor nos pide es que nos fiemos de Él. Y ese fiarse de Él es, entre otras cosas, "abrirse a la vida".
¿Qué significa esto? Que el matrimonio está dispuesto a aceptar los hijos que Dios quiera. Esto puede ser tener un hijo, tres, ocho o incluso ninguno.
Tener hijos es algo tremendamente serio y el matrimonio siempre debe estar de acuerdo en este tema. Y no se trata de tener hijos de manera incontrolada, ni mucho menos. Se trata de ponerse de cara a Dios y ver qué es lo mejor en ese matrimonio en ese momento concreto.
Fiarse de Dios es, a veces, muy difícil y duro. Por eso, como siempre, la Iglesia, como Madre nuestra que es, viene en nuestra ayuda y nos ofrece la formación y conocimiento suficiente sobre este tema a través de cursos de paternidad responsable, donde nos enseñan a conocernos, a conocer nuestros ciclos... de manera que tengamos las armas suficientes para discernir si es el momento adecuado o igual hay que espaciar embarazos. El matrimonio puede ver que no es el momento por diferentes motivos: por temas económicos, por que estemos agotados, por enfermedad...cada uno sabe sus circunstancias. Y no olvidemos nunca que no estamos solos. En medio de nuestro matrimonio está Jesucristo.
Y cuando en el matrimonio, por cualquier razón, no llegan los hijos, también estamos abiertos a la vida, porque estamos abiertos a la voluntad del Padre. Y el Señor siempre nos da la gracia para aceptar su voluntad.
Así que... ¡Ánimo, que al Señor no se le escapa nada y siempre va por delante!