Se suele hablar de anticonceptivos “combinados” porque suelen contar con un componente estrogénico y uno progestagénico. Es importante reseñar que estas hormonas que tiene la píldora no son idénticas a las que la mujer produce ciclo tras ciclo. Esto es así porque la industria recibe dinero por las patentes y no puede patentar algo (como una hormona) que ya existe. Por eso necesita fabricar hormonas de síntesis que “se parezcan” a las que las mujeres producen, pero no sean bioidénticas.
Esta distinción que parece superflua no lo es en absoluto, puesto que es una causa fundamental de los efectos adversos (que pueden ser graves e incluso mortales) que producen estos fármacos. Los primeros anticonceptivos eran llamados “anovulatorios” porque su actuación principal era la de inhibir la ovulación; en la actualidad y con las nuevas formulaciones, esto ha cambiado y en ocasiones puede haber ovulación (debido al menor componente estrogénico y mayor gestagénico).
Sabemos que hay diferentes mecanismos de acción, que son:
-Anulación del pico ovulatorio LH.
-Inhibición de la ovulación.
-Modificación de la motilidad de las trompas y contractilidad uterina: es decir, que las trompas y el útero se mueven peor, dificultando así una implantación en caso de que haya habido fecundación. En consecuencia, este efecto es antiimplantatorio y, por tanto, abortivo.
-Alteración de la estructura del endometrio.
-Alteración de la composición de moco cervical.
-Modificación del medio vaginal, dificultando al espermatozoide ascender por la vagina.
-Dificultad de implantación del cigoto en el útero. De nuevo, un efecto abortivo.
Es posible que hayáis pensado que la píldora tiene un efecto únicamente anticonceptivo y no abortivo, ¿y eso por qué? Lo hablaremos en el siguiente post.